Artículo Jesús Cuellar: La venganza de Hanjin

04/12/2020 TRANSPORTE XXI

Estamos viviendo el reverso de la medalla de los problemas que tenían las navieras en aquellos tiempos cuando emprendían guerras de precios de fletes, que beneficiaba a los cargadores, pero que era ruinosa para el sector naviero

En los días que escribo estas líneas, vivimos un auténtico riesgo de colapso en el comercio entre Asia y Europa. La falta de contenedores vacíos listos para cargar en origen, los cuellos de botella en algunos puertos debido a procesos especiales para prevenir el coronavirus, pero, sobre todo, la limitada capacidad generada por la estrategia de las navieras al retirar barcos y hacer blank sailings, junto con el aumento de demanda del inicio de la tradicional peak season, se ha convertido en algo más que una combinación explosiva. El momento es tal que las navieras están no aceptando bookings, no cargando los aceptados o bien haciendo roll-overs de contenedores ya recibidos. Aprovechando la escasa capacidad y, sobre todo, la falta de equipos, se produce una auténtica subasta y, como consecuencia, dan prioridad para embarcar a aquellos envíos de clientes dispuestos a pagar las altas tarifas del mercado spot, que se encuentra en niveles de precios nunca vistos, del orden de los 6.000 USD por contenedor de 40 pies.

Estamos viviendo el reverso de la medalla de los problemas que tenían las navieras cuando emprendían guerras de precios de fletes, que beneficiaba a los cargadores, pero que era ruinosa para el sector naviero, como demostró la quiebra de Hanjin.

Como resultado de las estrategias de las navieras para evitar que algo similar volviera surgir, el péndulo se ha ido al lado contrario y son ahora las navieras las que han conseguido imponer sus intereses y forzar a los cargadores a aceptar una situación de precios que, en mi opinión es en gran medida derivada de las mencionadas estrategias.

Es, digamos, “la venganza de Hanjin”. Un efecto diferido pero originalmente generado como reacción a ese caso. El problema es que se trata de una reacción que perjudica a los cargadores duramente y que se expande quizás más allá de lo esperado. Debido a la necesidad imperiosa de encontrar vías para hacer llegar a Europa lo que en marítimo es casi imposible, los cargadores derivan envíos hacia otros modos como el tren, al que también han transmitido la congestión, los mismos problemas de escasez de contenedores libres para cargar y la inflación de precios. Incluso algunas cargas se derivan al aéreo acumulando si cabe más tensión en un modo que ya arrastraba problemas de falta de capacidad, ante la imposibilidad de usar las bodegas de la mayoría de aviones de pasaje, que se siguen manteniendo en tierra. La suspensión de pagos de Hanjin fue hace cuatro años. La venganza es un plato que se sirve frío.

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