Nuevo Gobierno: ¡Pies quietos!

05/06/2018 DIARIO DEL PUERTO

La toma de posesión de Pedro Sánchez como nuevo presidente del Gobierno no es un relevo al uso. El instrumento, una moción de censura; la gestación, en pleno ecuador de la legislatura; su desenlace, en apenas una semana; su respaldo, con apenas 85 parlamentarios del Grupo Socialista más otras siete fuerzas políticas; su signo, tomando el poder un partido de orientación política totalmente opuesta al hasta ahora Gobierno; y la compleja coyuntura, sin ir más lejos los presupuestos siguen en pleno proceso de tramitación, suponen una abrupta e imprevista interrupción en la gestión de la Administración que ve cómo, de momento, la legislatura ha quedado congelada.

Y así será como mínimo hasta que tomen posesión los casi 440 cargos altos cargos de la Administración General del Estado que, de primeras, van a quedar directamente relevados con la llegada del nuevo Gobierno socialista, a los que hay que unir jefes de gabinete, directores de Comunicación y, por supuesto, los presidentes de la mayoría de entes y organismos públicos, más asesores y demás puestos de designación directa.

Hablamos de un proceso en cadena que debe iniciarse en los próximos días con el nombramiento de los nuevos ministros (sin olvidar la posible creación de nuevos ministerios y cambios de competencia) al que sucederá un periodo lógico de puesta al día de los nuevos responsables y la subsiguiente toma de posición con respecto a los temas en curso y la definición, como es lógico, de nuevas prioridades en la gestión y nuevos objetivos.

En un relevo de Gobierno al uso, fruto de una convocatoria electoral , se produce un cierre ordenado de la legislatura, de tal forma que el Gobierno saliente, dado los plazos previstos, decide en qué temas se llega a tiempo y se acelera y qué temas quedan en suspenso a la espera de lo que decida el Gobierno entrante.

Hablamos de un periodo transitorio de meses donde incluso en aquellos casos de reformas de más hondo calado se respeta la posibilidad del cambio y se traslada la decisión a quienes van a tener una nueva legislatura por delante.

No es el caso de la situación en la que el nuevo Gobierno se adentra tras la moción de censura. Si tomamos como ejemplo el Ministerio de Fomento, en las próximas semanas vamos a asistir de la mañana a la noche al cambio con toda seguridad del ministro, del secretario de Estado, de los secretarios generales, de todos los directores generales, de los presidentes de OPPE, Renfe, AENA, Adif, ENAIRE, entre otros organismos, de sus asesores y puestos de designación directa, cargos todos ellos que a partir de ahora serán ocupados por responsables con un signo político opuesto y que se encontrarán sobre la mesa con proyectos en curso o a punto de ser lanzados y que, de un día para otro, han quedado bloqueados y con muchas papeletas de, cuanto menos, ser sometidos de primeras a una exhaustiva revisión y de, con el tiempo (¿cuánto?), quedar olvidados o, en el mejor de los casos, matizados.

Verán en estas páginas numerosos ejemplos de todos los asuntos que, en el ámbito de la logística, la moción de censura deja en el aire. Veremos cuán ágil es el desembarco del nuevo gobierno y si se logra salvar la siempre temida paralización.

La primera piedra de toque son los Presupuestos, con la posibilidad de que el Grupo Popular enmiende su propio proyecto para retirar las concesiones al PNV. Veremos qué efectos comporta esta acción y cómo afecta a la estabilidad del nuevo Gobierno.

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