La cadena logística explora fórmulas para medir su resiliencia ante las disrupciones

04/05/2022 EL MERCANTIL

La resiliencia se define como la capacidad de adaptación y recuperación frente a un agente perturbador o una situación adversa. En logística, esto se traduce en la capacidad para prepararse y responder ante situaciones de riesgo para las operaciones. La evolución de la cadena de suministro global en los últimos años, desde la llegada del coronavirus a la guerra de precios actual, ha puesto de manifiesto la importancia de la visibilidad en todos los procesos de la supply chain para aplicar soluciones correctoras lo antes posible ante situaciones adversas. Por eso, el sector logístico ya está experimentando una explosión en la puesta en marcha de herramientas tecnológicas que ayudan a traducir a cifras concretas el concepto de resiliencia de la mano de parámetros basados en inteligencia artificial y analítica.

16.000 millones de dólares

El mercado de softwares para medir la resiliencia asciende a 16.000 millones de dólares, según Gartner

La tarea de cuantificar un concepto es complicada. Tanto que, a día de hoy, “los investigadores han propuesto muchísimos y aún seguimos trabajando para plantear un escenario de entendimiento común sobre cómo medir la resiliencia”, afirma el investigador del Zaragoza Logistics Center (ZLC), Luca Urciuoli, experto en riesgos y resiliencia. Los parámetros empleados son de lo más variado y recorren desde los pronósticos hasta el tiempo de recuperación o supervivencia de una cadena logística, pasando por fuentes de datos internacionales.

FORMAS DE CUANTIFICAR LA RESILIENCIA

Pronóstico

Comprender qué es necesario próximamente y a largo plazo, y saber de antemano si se disparará o no la demanda para adelantarse a la escasez. “Ya no basta con ser reactivo, sino que debe realizarse una planificación realista y flexible en base a un análisis predictivo”, afirma el director de Ventas para el sur de Europa de Manhattan Associates, Jacky Marolleau.

«Cuando nos paramos a reflexionar sobre qué vamos a incorporar en los próximos años, juzgando por lo que hemos experimentado hasta ahora y viendo la cantidad de herramientas que están surgiendo para medir la resiliencia, nos volvemos locos», admite el consejero delegado de Fieldeas, Óscar López. No en vano, desde empresas privadas dedicadas a la tecnología hasta organismos internacionales se nutren de fuentes de datos para desarrollar sus propios softwares. Por ello, nadie duda en calificar el fenómeno como una explosión, especialmente en las grandes corporaciones. «Se está demostrando que el tejido tecnológico está a un gran nivel, pero hay que tener criterio y tener una adecuada estrategia en la selección y adopción de herramientas», recuerda la directora de Tech4log del Centro Tecnológico ITI, Adela Ruiz.

Frente a la hipótesis de si el auge de las disrupciones en la cadena de suministro y la proliferación de estas herramientas llevarán a un replanteamiento de algoritmos, las opiniones se dividen. «No necesariamente ,porque lo que estamos viviendo es una aceleración de un concepto sobre el que ya se estaba trabajando a la hora de desarrollar soluciones digitales», valora Jacky Marolleau (Manhattan Associates). En cambio, Adela Ruiz (ITI) opina que, ante la rapidez de los cambios y la evolución de las estrategias de gestión, los sistemas sí deben renovarse. «Por un lado, es vital pasar de los datos a la información en tiempo real y, por otro, los sistemas automatizados deben ser flexibles, inteligentes, adaptativos y estén coordinados y sincronizados», sostiene la la directora de Tech4log del Centro Tecnológico ITI. «Esto requiere cambios importantes respecto a la mayoría de los sistemas de gestión actuales», corrobora.

En opinión de las fuentes consultadas, la resiliencia puede reforzarse con aquellos sistemas que aporten mayor flexibilidad y agilidad, incluso en el análisis de los propios datos. En este sentido, todas las nuevas formas de tecnología serían válidas, pero el empleo del 5G y el internet de las cosas «pueden asegurar la conectividad y la trazabilidad mientras garantizan y aumentan la capilaridad», afirma Luca Urciuoli (ZLC). A estas tecnologías, se suma el blockchain que, según el investigador, «es necesario para mejorar la seguridad y la transparencia de la información intercambiada».