El comercio mundial se recupera después del frenazo sufrido en 2016

02/10/2017 EL PAÍS

El comercio mundial se recupera tras el frenazo sufrido en 2016. La Organización Mundial del Comercio (OMC) ha mejorado sus perspectivas para 2017 y, por primera vez desde 2010, el intercambio global de mercancías crecerá a ritmos superiores al PIB. Y lo hace en buena medida gracias a que se está dando una recuperación generalizada: por primera vez desde 2007, los 45 países de la OCDE registrarán este año crecimientos de la economía. Sin embargo, el comercio sigue avanzando a tasas mucho más lentas que antes de la crisis. El impulso liberalizador se ha agotado y persisten las amenazas del proteccionismo.

A mediados de 2016, el comercio de mercancías mundial sufrió un preocupante parón. De entre las principales economías, solo España y Alemania conseguían seguir aumentando ventas. Pero lo hacían con unos exiguos incrementos del 2,3% y el 1,5%, respectivamente. Y en el caso de España lo lograba a costa de bajar precios. El horizonte se dibujaba preñado de amenazas. Un inusitado desplome de los precios industriales en China anticipaba otra oleada de deflación global, una especie de carrera a la desesperada por bajar precios. La cotización de las materias primas volvía a desplomarse. Después de haber respondido a la crisis global impulsando su demanda, la economía china mostraba signos de agotamiento y amenazaba con hacer descarrilar la recuperación global.

Un año más tarde, esa situación se ha salvado. Gracias a una renovada expansión fiscal y del crédito, China ha sorteado de momento los obstáculos. Por primera vez desde 2007, los 45 países que sigue la OCDE registrarán crecimientos. Brasil y Rusia superan poco a poco sus dificultades. El repunte de los precios de las materias primas ha brindado oxígeno a las economías emergentes. A su vez, eso ha ayudado a que la inversión en Estados Unidos tome impulso, ya que unos precios energéticos más elevados han fomentado de nuevo la apuesta por el fracking. En Europa, el crecimiento cobra fuerza estimulado por la política monetaria del BCE. En definitiva, las economías están creciendo de forma sincronizada, algo que ha ocurrido en muy pocas ocasiones durante el último medio siglo. Justo antes de la crisis del petróleo en 1973, a finales de los 90 y en los años previos a la Gran Recesión. Las máquinas de billetes de los bancos centrales han tenido éxito restableciendo la actividad.

Y ello ha dado un giro a las perspectivas comerciales. Durante la primera mitad del año se produjo una aceleración de los intercambios globales. Y esta semana la OMC ha elevado sus previsiones de crecimiento del comercio para 2017 al 3,6%, frente al 2,4% que tenía apuntado antes. “La horquilla de estimaciones del comercio mundial ahora oscila entre un 3,2% y un 3,9%”, subraya.

Este organismo atribuye la mejora al repunte de las corrientes comerciales asiáticas y la recuperación de la demanda de importaciones en América del Norte. Es decir, por un lado, la aceleración de China ha revitalizado el tráfico de mercancías. De repente, en el primer trimestre de 2017 se observaron saltos interanuales de dos dígitos en las exportaciones de países como Taiwan o Corea del Sur. Por otra parte, la industria energética estadounidense ha reaccionado a las subidas del precio del crudo retomando las inversiones. Si bien estas precisan de productos intermedios para ser puestas en marcha. Y eso precisamente está tirando de las importaciones y, por ende, del comercio.

De materializarse esta mejora, eso significaría que el comercio global volvería a avanzar por encima de la economía, un hito que no se alcanzaba desde 2010 pero que era lo normal desde los años ochenta. Con la excepción de lo sucedido en esta crisis, durante las últimas cuatro décadas los intercambios comerciales solo habían crecido al mismo nivel o por debajo del PIB en 1982, 1985 y 2001. Salvo por el desplome de 2009, lo habitual era que el crecimiento del comercio al menos duplicara el de la economía global. Pero a partir de 2012 se han contabilizado repuntes más bajos. El tráfico de mercancías ha aumentado justo en línea con lo que sumaba el PIB, es decir, tan solo han registrado incrementos del orden del 2%, frente a las tasas del 5% o superiores que se anotaban antes de la crisis. Incluso si se logran crecimientos del 3%, el comercio se ha ralentizado. Entre los motivos coyunturales, un informe del FMI achacaba esa pérdida de vigor al mal comportamiento que han experimentado la demanda y la inversión en los últimos años.

El peso de China
Por otro lado, buena parte de los robustos incrementos de antaño se debían a la liberalización e incorporación de China y Rusia. Solo el gigante asiático supone el 20% de la población mundial. Pero ahora China está reorientando su economía de la industria hacia los servicios. Y los servicios requieren menos importaciones.

Además, se ha frenado el desarrollo de las cadenas de suministro y ensamblaje global. Antes se conseguían así grandes ahorros, pero diversos informes indican que este proceso podría haber exprimido ya todos sus beneficios.

Aun así, los expertos apuntan que todavía existen beneficios que extraer de la supresión de aranceles y la armonización de estándares. Pese a ello, las negociaciones de tratados comerciales están perdiendo impulso. La Comisión Europea pretende relanzarlas. Pero las conversaciones multilaterales de la Ronda de Doha no dan ya más de sí. El tratado entre Estados Unidos y la UE ha quedado en el congelador. Y la renegociación del Nafta —el espacio de libre comercio entre Canadá, México y EE UU— genera incertidumbre. Como también lo hacen las discusiones del Brexit.

“Parece difícil que se recobren los dinamismos de épocas anteriores. En 2017 se está reanimando, pero despacio si se considera en términos históricos. No se trata de una vuelta a lo de antes. Esta mejora no constituye un cambio estructural”, explica Julián Cubero, analista de BBVA Research.

En el horizonte próximo, la OMC advierte de dos riesgos: los cambios de política monetaria “podrían dar lugar a grandes variaciones en los precios y los tipos de cambio, que tendrían una fuerte influencia en el comercio internacional”, señala. Por otra parte, “la retórica proteccionista podría dar lugar a la adopción de medidas restrictivas del comercio”, afirma el director general de la institución, Roberto Azevêdo.

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